lunes, 27 de enero de 2014

BREVERISMOS. LUNES 27 DE ENERO DE 2014

Esta mañana me ha pasado algo muy extraño: me he asomado a la ventana de mi dormitorio y en lugar de ver el parque, con el bloque de casas enfrente, me he encontrado con una maravillosa vista de Florencia, con el Duomo de fondo.
       Convencido de que aún no me había despertado, he optado por seguir soñando, porque, claro… dónde vas a comparar.


       Y ya puesto, no me quedaba otra que recomendar hoy una gran película, bellísima hasta empujarnos al Síndrome de Stendhal, ese estado en el que cayó el poeta al visitar Florencia en 1817. Y aunque imagino que todos conocéis los efectos de dicho síndrome ahí van, por si acaso.
       También llamado Síndrome de Florencia es un estado psicosomático que aumenta el ritmo cardíaco, y causa vértigo, confusión, temblores, palpitaciones y hasta alucinaciones cuando estamos expuestos a obras de arte de gran belleza expuestas en gran número en un mismo y abarcable lugar.
       Exactamente lo que me pasa a mí –y perdonad la comparación- cuando en plena noche me visita mi Hada Madrina, cuya imagen mostraba el pasado viernes. Pero al menos –hablando de vulgaridades- mucho mejor que mi vecino, que sufrió Síndrome de Stendhal visitando Fuenlabrada.


       En fin, al turrón: que hoy os recomiendo, influenciado por mi despertar, una película que ya todos habréis visto pero que no por eso quita para que la contempléis otra vez, pues trata de una bella historia de amor en una más bella Florencia.

 

       Una habitación con vistas, dirigida por el británico James Ivory –realizador proclive a padecer el citado síndrome- y rodada en Florencia, se estrenó en 1986, con una Maggie Smith en estado de gracia. Basada en el libro, espléndido, de E.M.Forster, que también recomiendo si queréis lectura tranquila, sentimental y profunda. Y digo sentimental como muestra de lo que toca los sentimientos, que a veces se desvirtúa el significado de esta palabra y hasta se usa despectivamente.


       Y como en la película está presente la música del gran Giacomo Puccini, pues ahí va –extended los brazos para recibirla- el aria O mio babbibo caro, de la ópera Gianni Schicchi cantada por la grandísima Kiri Te Kanawa (no confundir babbino con bambino, ya que babbino significa abuelito).

 Tres minutos de música pura... a pesar de pequeñísimos saltos, ya que no he podido conseguir una grabación mejor. Mis disculpas.


Breverismos cinemátograficos, literarios y musicales, que de todo eso habla el blog


4939)  SINCERA OPINIÓN
El actor rogó a sus amigos que le dieran su sincera opinión sobre su última actuación, advirtiendo, eso sí, que si no le decían lo que él quería escuchar se atuvieran a las consecuencias.

35)  SUEÑOS TRANQUILOS        
Al demostrar que la realidad no existía el poeta pudo dormir tranquilo.

4988)  BACH
Las Variaciones sobre un mismo tema eran tan variadas que nadie dudó que Juan Sebastián Bach era un genio.


A ver si mañana me sale algo mas heavy.

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