jueves, 20 de junio de 2013

BREVERISMOS. JUEVES 20 DE JUNIO DE 2013

Ayer pasé la tarde en mi pub preferido de Marbella, bebiendo deliciosos gin-tonic con unos amigos supernumerarios del Opus Dei muy graciosos. Sí, no pongáis esa cara, que son muy animados y graciosos.
La conversación giró sobre temas apasionantes y muy entretenidos, tales como... la familia unida jamás será vencida, el matrimonio gay, que hay que ver cómo ha subido el kilo de incienso, que si el nuevo Papa es demasiado campechano, que si la calidad de las telas de las sotanas ya no es la antes, que si uno y trino, que si el sexo de los ángeles por aquí, que si la transubstanciación por allá… en fin,  todo muy divertido. Hasta que de pronto alguien habló de Japón. Y entonces me acordé del Shunga.
En las manifestaciones artísticas de todos los pueblos siempre ha habido sitio para el arte llamado erótico. Pero es en Japón donde éste se presenta en su forma más explícita. Y a esta modalidad se la conoce como Shunga.
Los dibujos Shunga –que significa “imágenes de primavera”- son dibujos y grabados sobre madera -xilografías- realizados sobre papel de arroz, la mayoría de ellos en el periodo Edo, entre los años 1603 y 1837. Representan escenas de sexo en las que, al contrario del erotismo y hasta la pornografía occidental, las parejas inmersas en el acto sexual aparecen en la mayoría de los casos vestidas, envueltas en exóticos y amplios ropajes que solamente dejar ver sus caras y sus sexos en plena batalla.


-¡Eh, eh, un momento! –exclamaron mis compañeros de copas -¡Qué es eso!
-Un Shunga –contesté.
-¡Y un cuerno! Eso es pornografía –dijo una amiga, estampándome en la nuca el cilicio que se acababa de quitar del muslo.
-Eso es arte japonés, señores opusdeistas. Y en concreto este dibujo es del siglo XVII. Miren, lo mismo que este otro.


 El aullido al ver este grabado fue espectacular. Dos de mis compañeros se desmayaron, otro se fue corriendo al aseo, otro se bebió de un trago el gin-tonic mientras que la señora del bolso se lo echaba por la cabeza para recuperarse de la impresión.
Trate de calmar los ánimos y guardé los dibujos en la carpeta, así que el ambiente se tranquilizó. De nuevo sentados y aparentemente tranquilos –sobre todo el   que volvió del aseo- pidieron nuevas copas. Y entonces uno de ellos me dijo, mientras se aflojaba el cilicio de pinchos que le apretaba demasiado en los bajos:
-Pero Quinito Quinito, con lo majo que tú eres, cómo te atreves a decir que eso que nos has enseñado es arte.
-Porque lo es, amigo opusdeistérico, que estos dibujos, la mayoría de los siglos XVII y XVIII, están en las colecciones de grandes museos. Lo mismo que este otro.


-Pero ¿En qué museos pueden guardar esas guarradas?
-Pues en el  Brooklyn Museum de Nueva York, en el Louvre de París, en la Academia de la Artes de Honolulu, en el Vitoria and Albert Museum de Londres, en la Art Gallery of South de Australia… en fin, y en muchos otros museos, porque repito que es arte.
-Es una guarrada, insisto. Con esos.. con esos…con esos penes gigantescos –dijo la señora del bolso, mirando el dibujo de reojo, pero sin quitarle la vista de encima.
-Si la verdad es que tienen un buen cipote.
-Oiga, ¿cómo se atreve a decir esa palabra tan ordinaria?
-¿Cipote? Pues porque es un término que viene en el Diccionario de la Real Academia, mire, mire –y sacando mi diccionario inflable del bolsillo, leí: -Cipote, del latín cipo. Y se refiere a mojón de piedra, hombre rechoncho, cachiporra, palillo de tambor, zoquete, hombre torpe y, por supuesto, miembro viril. O sea que…
-Pues sigo diciendo que esa palabra es una ordinariez.
-Hombre, en parte sí, porque el diccionario la pone como vulgarismo. Y recuerden que nuestro sobrevalorado, arrogante y antipático Premio Nobel Camilo José Cela lo citaba continuamente, ¿o se han olvidado del Cipote de Archidona? Pero en fin, si no les gustan los Shunga, pues lo guardo y arreglado.
-No, si no es eso… Pero, ¿qué les parece, amigos? ¿Los vemos o no los vemos? –  preguntó a sus compañeros.
Y después de un breve conciliábulo, decidieron que sí, que podían verlos ya que les había convencido de que era puro arte japonés.

Así que les enseñé este, como muestra del Shunga con poca ropa o sin ella alrededor de los amantes.


O este otro en el que la pareja, cosa rara, aparece completamente desnuda, ya que lo habitual, repito, es que aparezcan parcial o totalmente vestidos, liados en sus propios kimonos, en un batiburrillo de telas de exóticos dibujos y colores. Estas telas tan minuciosamente dibujadas influyeron en la pintura europea de la primera mitad del siglo XX, como en la del pintor francés Henri Matisse.


-A mí la verdad, sin gustarme ninguno, porque a mí estas cosas no me gustan, me gustan más los que tienen ropa encima.
-Pero no encima de… ¿verdad?
-No, claro, porque si aparecieran con los sexos tapados se desvirtuaría la esencia de los Shunga.
-Hombre, ya veo que le va cogiendo el tranquillo a esta modalidad de arte.


-Lo ve, este es más… artístico.
-Sí, pero la escenita se las trae –añadí yo.
-Sí, pero tienen tela.
-Es cierto… tienen mucha tela.
-Mira que le gusta a usted andar con frases de doble sentido.

Muchos Shunga, formaban parte de libros, puesto que a veces los grabados se ofrecían encuadernados.  Este se trata de un Enpon, libro encuadernado, y ofrecía un catálogo de 48 posturas sexuales estándar. 


Los artistas de los Shunga tuvieron gran reconocimiento, sobre todo entre los siglos XVII, XVIII y hasta el XIX. Pero en el siglo XX, en 1907, Japón prohibió su circulación. Y ese fue su fin, unido a que la aparición de la fotografía fue la puntilla definitiva a este peculiar arte.
-Oye, y no es por nada, no vayas a pensar… Y en otras culturas y arte de otros países, ¿también hay arte erótico?
-Ya lo creo, señores supernumerarios opusdeisteros. Tenemos ejemplos de arte erótico en el arte precolombino, en el de India, en la cultura africana, en los impresionistas franceses, en Picasso… en fin. Si quieren otro día les puedo enseñar otros ejemplos.
Después de otro breve conciliábulo, agarrados en corro como los futbolistas antes de tirar las tandas de penaltis, contestaron:
-De acuerdo, pero dejando claro que si los queremos ver es solamente por el interés artístico que despiertan.
-Claro, claro, por supuesto. Pero ¿qué pensarán en La Obra? Y no me refiero al andamio.
-Nada, hombre, nada. Tenemos una gran libertad de acción, opinión y expresión.... aunque  de 18 a 18,30 horas todos los jueves. Bueno, Quinito Quinito, pues nada –me dijo, muy sonriente– Y ¿qué?,  hoy no hay Breverismos.
-Pues sí, tengo unos cuantos Breverismos anticlericales que…
-Bueno, hijo mío, pero esos déjalos para otro día, que este blog te ha salido larguito, como tienes por costumbre. Y ahora qué, ¿otro gin-tonic?… porque a mí los Shunga, me han dado una sed… -dijo la señora, abanicándose con un ejemplar de Camino.
             






2 comentarios:

  1. Querido Quino hoy te viene como anillo al dedo, por no decir otra frase mas vulgar lo que decía el Arcipreste y luego músico Paco Ibañez

    Aristoteles lo dijo:

    Aristóteles dijo, y es cosa verdadera...

    Aristóteles dijo, y es cosa verdadera,
    que el hombre por dos cosas trabaja: la primera,
    por el sustentamiento, y la segunda era
    por sonseguir unión con hembra placentera.

    Si lo dijera yo, se podría tachar,
    mas lo dice un filósofo, no se me ha de culpar.
    De lo que dice el sabio no debemos dudar,
    pues con hechos se prueba su sabio razonar.

    Que dice verdad el sabio claramente se prueba;
    hombres, aves y bestias, todo animal de cueva
    desea, por natura, siempre compaña nueva
    y mucho más el hombre que otro ser que se mueva.

    Digo que más el hombre, pues otras criaturas
    tan sólo en una época se juntan, por natura;
    el hombre, en todo tiempo, sin seso y sin mesura,
    siempre que quiere y puede hacer esa locura.

    Prefiere el fuego estar guardado entre ceniza,
    pues antes se consume cuanto más se le atiza;
    el hombre, cuando peca, bien ve que se desliza,
    mas por naturaleza, en el mal profundiza.

    Yo, como soy humano y, por tal, pecador,
    sentí por las mujeres, a veces, gran amor.
    Que probemos las cosas no siempre es lo peor;
    el bien y el mal sabed y escoged lo mejor.
    [...]



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    1. Y que razón tiene el de Hita, querido Santi, y los japoneses y todos los que han visto sin mojigatería y represión religiosa las relaciones sexuales entre los humanos... y hasta con gallinas. Oye, pues mis amigos del Opus Dei me han llamado tres veces desde esta mañana para insistir en que prepare otro blog de arte erótico, eso sí, han insistido, para verlo desde el más estricto punto de vista artístico.
      Un abrazo y gracias por tu comentario
      Quino

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